La placenta es un órgano que se forma sólo durante la etapa de gestación. Es fundamental para el buen desarrollo del embrión y feto. Sin embargo, cuando ésta enfrenta complicaciones, la vida del nuevo ser se pone en riesgo, por ello es indispensable mantener un control ginecológico temprano.
Cuando ocurre un embarazo se forman dos partes importantes: la que le da origen al embrión y la placenta -líquido y membranas-. Esta última sirve como un filtro para permitirle la nutrición al feto y limpiar todas las toxinas o los metabolitos –excreciones y orina que se depositan en el líquido amniótico–. Por ello, es importante que se desarrolle y funcione en óptimas condiciones, pues sólo a través de ésta se tiene ese intercambio con la madre, señala la ginecóloga y obstetra Miriam Bethancourt.
Conforme el bebé va creciendo también la placenta aumenta de tamaño y se va ubicando en diversas posiciones normales: puede ser en la parte posterior del útero, en el fondo o en la parte anterior. Sin embargo, en algunos casos pueden ocurrir algunas anormalidades, añade Bethancourt.
Al respecto, el ginecólogo y obstetra Fernando Rodas explica que la formación de la placenta, así como su implantación, desarrollo y funcionalidad no pueden preverse, porque su evolución se observa durante el desarrollo del embarazo. Todas las mujeres enfrentan el riesgo de presentar anormalidades, pero sobre todo son más propensas las que tienden a concebir en edades extremas de la etapa reproductiva, como arriba de los 40 años o por trastornos asociados a hipertensión, diabetes, problemas renales y vasculares.
Se incluyen en este grupo de riesgo las mujeres que han tenido más de cuatro hijos. Esto porque la multiparidad ha desprendido muchas veces las placentas y eso deja cicatrices, entonces cada vez es más difícil ubicarse de manera normal. Bethancourt añade que las pacientes que han tenido un legrado severo anterior al embarazo, corren ese riesgo.
Las complicaciones varían en grado e intensidad. Las principales son placenta previa: cuando se implanta sobre el cerviz, o cuello del útero, una porción de ella queda sin sustentación por lo que tiende a sangrar en cualquier momento y, dependiendo de lo cerca o lejos que esté del cuello del útero, se le denomina placenta marginal o de inserción baja; si cubre parte del cuello uterino, se llama previa parcial, en caso cubra por completo, es denominada placenta previa total. El sangrado en estas pacientes es intermitente y sin causa alguna, puede ser leve o exagerado, no presentan dolores o contracciones, afirma Bethancourt.
De igual forma puede ocurrir un desprendimiento prematuro: surge un sangrado similar al anterior y prevalecen las contracciones. En estos casos se asocian a golpes o caídas; se levanta la porción periférica u orilla, lo cual puede desencadenar más dolor, sangrado y desprendimiento, hasta concluir en un aborto o parto prematuro, incluso causar la muerte del bebé al nacer; la madre presenta una anemia severa o fallece. En muchos casos, si se hace un diagnóstico a tiempo, la complicación cede con reposo y tratamiento, agrega Rodas.
La manera como se implanta: también es otra complicación, es decir, que sus vellosidades penetran tanto en el músculo del útero que no pueden desprenderse con facilidad. El diagnóstico se hace luego de que nace el bebé, porque se excede el tiempo de alumbramiento en 20 minutos. En estos casos se requiere retirar de manera manual la placenta, mientras la paciente está anestesiada, se efectúa un legrado para limpiar el sitio de implantación. A ésta se le llama placenta acreta o increta. Además puede ocurrir la percreta, que es la más grave de todas, porque la placenta está completamente enraizada y al no lograrse el desprendimiento es necesario efectuar una histerectomía posparto. Estas complicaciones no causan ningún efecto emocional en el bebé, pero sí pueden poner en riesgo su vida y la de las madre, si los sangrados son súbitos y severos.
- Planifica el embarazo y lleva una dieta sana.
- Mantén un control ginecológico.
- Lleva el tratamiento vitamínico y médico pertinente.
- Consulta antes del embarazo, para detectar algún factor de riesgo para la implantación. El control ultrasonográfico es básico, en especial en el segundo trimestre, ya que es el tiempo en el cual la placenta se va ubicando en su lugar.
- No se puede dar un diagnóstico de placenta previa antes de las 26 ó 28 semanas, añade Bethancourt.
- Si se diera un sangrado sin causa, de inmediato debes consultar al médico, en estos casos, ameritas un seguimiento ultrasonográfico para ver la ubicación de la placenta y su migración.
- Ante cualquier sangrado que se presente -con o sin contracciones- debe llamarse al médico de inmediato, usualmente no se sangra durante la gestación.
- Atención del parto en institución con respaldo de todo tipo, quirófanos, anestesiólogos, transfusiones de sangre, atención inmediata del recién nacido.
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